lunes, 30 de noviembre de 2009

el contexto del día.

Ayer… ayer habría sido capaz de definir cansancio en su extremo físico, y podría haber dado una cátedra sobre la ansiedad de un grito al vacío.
Ayer descubrí que Cenicienta es la autobiografía de alguien que entendió que su situación no era excepcional, y que otros también se sentirían representados por la miseria de una escena donde no hay nada más que un trapo, un balde, tus lágrimas y mierda de perro.
Y después de esto tengo algo impactante que confesarles. Ayer…
Fue un mal día.
Un día de 48 horas, donde mi nutrición personal estuvo dada por una asombrosamente prolongada convivencia con mi genial juguete tecnológico, de última generación, que me conecta con el mundo en su elaboración, que teóricamente tenía que mejorar mi vida gracias a su muy nuevo sistema de soporte, que -déjenme decírselos- es realmente sorprendente. Tiene unos colores combinados de manera casi emotiva, que sumados al hecho de que el sistema no es compatible con ningún programa funcional que yo uso, casi siempre logran hacerme llorar.

sábado, 21 de noviembre de 2009

ecos.

(sé perfectamente que ustedes no fueron los primeros en venir ni mucho menos, los últimos.)




 


Ai miei amanti:
¿Che arie si respirano in quelle terre, tanto carine per me? ¿Come va la famiglia, la nonna, i ravioles del fine settimana? So che non si stanno respirando buone arie in quelli, le praterie che mi videro nascere.
Ma ho fede che niente grave succeda, ed ogni regione comprenda che ci sono famiglie come quella di noi, malgrado quelli stessi motivi oggi mi trovino scrivendo queste linee. ¿I bambini? ¿la zia? Spero mi rispondano presto, starò sperando con ansie notizie delle mie radici.



sábado, 14 de noviembre de 2009

publico otra derrota.

Nuevo índice, nueva búsqueda.
El amor se hace rogar y sigue en la lista de espera,
el diablo recorta sus uñas secas a mi lado,
tu amor no llega y los peces se ahogan en el agua.
Vuelve, vuelve y ahora.
Envidio a la gente que va de la mano,
pero sé que si vuelves envidiaré a las putas tristes.
Sé que no tengo punto de consuelo, soy así;
muerdo mis uñas cuando no estás
y lloro pulmones de alquitrán cuando te tengo.
Los tristes perros conocen el duelo,
yo lo percibo a través del tacto.
Oh! amada, te extraño de veras, siento que ya no siento,
eres karma aquí o con otro,
pero no olvido que existes,
y publico esa derrota en cada verso.

domingo, 1 de noviembre de 2009

capital city tour.



...y el cielo
el mar de arriba
pierde su luz cuando anochece
y van al desparramo las estrellas
como el amor, como una arena leve
...

Día lluvioso en Buenos Aires... recortemos la geografía un poco más. Día lluvioso en la Ciudad de Buenos Aires, preferiblemente, porque Capital tiene un corazón nostálgico a pesar de sus hábitos particulares de querer llenarse de gente todo el tiempo; en el fondo, muy en fondo para no sentirse sola.
Capital no para, provoca con su juego de luces y teatros, se deja recorrer e invadir abriendo sus venas en avenidas, calles, rieles por dentro y por fuera de ella. Te invita a gastarla, a maltratarla, a disfrutarla, porque no sabe qué hacer con su soledad. Ella nunca quiere dormir sola entonces se llena de ruido para no escuchar sus pensamientos, se embriaga en bares e innova con drogas de lo más pop; se ilumina porque le teme a la oscuridad de la introspección. Pero los días de lluvia se delata, sobre todo si un juego del calendario hace que ese día sea un sábado o domingo porque comienza el éxodo de sus personajes a lugares techados, y toda la escenografía va siendo despoblada. Las marquillas de cigarrillo comienzan a moverse junto con los volantes tirados en el piso presos del viento. En Constitución, hay cuatro personas refugiadas en las arcadas de la catedral, mientras que la estación se puebla de ecos y de silencio. Sus empedrados, sus edificios, se tiñen de gris y se fusionan con el color de la tormenta. Los árboles se van desprendiendo de sus hojas amarillas que se embarcan como balsas en las zanjas de las calles. Las baldosas te tienden trampas acuosas y te escupen si las pisoteas. Capital muestra su corazón, su debilidad, sus miedos... Capital llora.
En alguna parte de la barriada alejada del centro, hay alguien que se calza unas botas de gamuza y con un paraguas inútil -porque uno igual se moja a pesar de ese artilugio pedestre ideal para lluvias tristes- sale a caminar. No le interesa mojarse de lágrimas, va a paso lento, pisando charcos y mirando como las personas cruzan la calle corriendo con revistas en la cabeza -"¿para protegerse de qué? ¿con eso? asumí que te vas a mojar"- . Se le humedecen los zapatos y observa como el agua rebota y se abre paso ante sus pies, los ahoga y los deja ir. Camina cuadras, da vueltas manzana, cruza y va por la vereda de enfrente en un trayecto de laberinto.
"Sos hermosa Capital cuando te sincerás, porque puedo entenderte. Sos hermosa con tus nostalgias típicas de Buenos Aires. Sos la escena que me entiende, el fondo de la foto que tiene sentido."
Caminó hasta la avenida. Ruidos de autos, bondis que van y vienen, la luz del bar de la esquina que ciega con esa marquesina que chilla a gritos "No seas boludo y te mojes esperando el colectivo, esperá que pare tomándote un café tan denso como la lluvia que te moja". Se dejó invadir y no se sintió tan sola -"como te comprendo, la vorágine te hace olvidar"- y miró sin pensar, sin pensar se dejó arrastrar hasta la avenida y como un acto reflejo esperó ver...
¿Qué querés ver? ¿Qué esperás ver? ¿Un sol que venga desde el frente, a pesar del día de lluvia?
"Hacé que se despeje mi corazón. Espero ver un sol que camina".
Esperó hasta que se hizo de noche, esperó hasta que se empapó, hasta tiritar con el paraguas sostenido con las dos manos. Esperó y los transeúntes supusieron que estaba esperando a alguien. Esperó hasta ver espejismos. Esperó la impulsividad, la locura, los pensamientos gemelos. Esperó identificarse con algo más que con la Capital. Esperó ver alucinaciones. Esperó que tan sólo no sean eso. Esperó una cita fortuita con la cara del sol. Capital muestra su corazón, su debilidad, sus miedos... Capital muestra un paraguas y unos botas de gamuza que se alejan de la avenida, hasta disolverse en la lluvia. Capital le muestra su abandono... y ella llora.