domingo, 30 de mayo de 2010

la penélope.

Te miro irte a los toldos
la última vez que el viento te arrancó de mis dedos.
Se fueron soltando, desenganchando uno por uno.
Como si no quisieras irte, como si no quisiera que te vayas.
Me mirás y movés la cabeza para un lado y para el otro.
Como borrando la posibilidad de conocernos en otra vereda,
en otra paralela, del tiempo y de la vida.
Y me quedo esperándote.
Como mirando a través de una ventana,
corriendo la cortina, viéndote volviendo.
Acabo de parafrasear a Penélope,
qué estúpida.
Y mi corazón da un vuelco
a medida que pasan los días.
Y tejo las ilusiones soleadas,
que destejo cuando me ataca la noche,
la soledad, en mi cama.
Mientras volás, usas tu arenita del pasado,
y yo a puro prozac y migas de pan.
Te miré irte a los toldos
y te regalé al mundo, formalmente.
Porque te habías regalado antes de que me dejaras soltarte.
Vos, alitas y a cerrar punto arroz.
Yo, a los cucos del armario,
que vos, alumbrando el cuarto,
"zonzita, no existen".
Vos, a seguir poniendo más fotos en el álbum.
Yo, a ver las que ya están viejas,
nunca pude poner una nueva en el álbum cardíaco.
Y no vas a venir,
porque otros asuntos te van a retener,
y yo no te voy a esperar,
porque las raíces comerían mis pies,
otra vez, la Penélope, la estúpida.
Con una mentira cordial de por medio,
levantando su sombrero dice:
"buenas noches señora",
y sale de tu vida.