viernes, 25 de febrero de 2011

lavadero atemporal.

Parece que no pasa nada. Como la superficie del mar, justo así. Tal vez por eso me fui al cine, para no pensar, porque no entiendo qué es lo que da vueltas y se filtra en esta mirada como de no estoy, en esas hormigas que me recorren y me impiden poner mucha atención, en esta necesidad de cercanía y espacio al mismo tiempo, en estas ganas de apagar las luces y cerrar la puerta con un letrero que diga: cerrado hasta nuevo aviso. La película estuvo buena, se parecía a la vida real aunque uno desearía que la vida fuera así, al parecer las hormigas se quedaron en el cine por unas horas, aunque más tarde me encontraron de nuevo y con ellas la sensación de todo está mal/todo está bien.