martes, 9 de agosto de 2011

en la cara.

Tenés color a sol moribundo en la cara (esa nostalgia amarillenta); y mirás por la ventana esperando algo que no viene, viendo qué hay más allá. El horizonte nunca se termina para nadie, uno quiere llegar al final pero siempre queda muy lejos. Pero en tu ventana hay un paredón como toda promesa, y ahí es cuando se te viene la noche en el semblante que palidece levantando preocupación en torno tuyo. Hacés ese gesto de "qué le vamos a hacer" y sonreís como restando importancia.
Las caras ya no te clavan los ojos y destejen quilombos. Pero yo que nunca supe mirar, te miro. Cuántos resúmenes hiciste en un minuto cuando tendrías que estar escribiendo a lo guarro para contárselo como un cuento a tus nietos. El libro a medio terminar: no tenés todavía tu árbol; no plantaste tu porotito. Y ya andás haciendo resúmenes.
Pienso todo eso mientras te miro y me indigna pensarlo. Creí que cambiar de rubores te haría mejorar; yo, que tuve que poner paños fríos para calmar mi fiebre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario