miércoles, 30 de septiembre de 2009

gregorio sueña ser gala.

Gregorio una mañana se despierta; se ve hecho un poligrillo, una cucaracha, un insecto como de costumbre. Se mira las manos humanas y piensa: son sólo humanas; se toca la nariz y no deja de ser una nariz humana. Toca su corazón desde los portones de las costillas; bombea regularmente, como la mayoría de los corazones humanos. Que no necesite Atenolol no significa que ande todo bien por ahí pero... ¿a qué humano no se le desgarra a veces? ¿a qué humano no parece que se le pudiera desbocar del pecho? Se encuentra con él mismo en el espejo. Gregorio suele evitarse porque no quiere verse y llegar a la conclusión que siempre llega, por eso se evita, como cuando te encontrás con alguien que preferís no ver y te escondés entre las góndolas de un supermercado. Digo supermercado como cualquier negocio al que va un humano; algo tan vulgar como eso. 
Gregorio suele ir al supermercado y al kiosco a comprar vicios tan comunes como los de cualquier otro. Fumador avezado, su nivel de dependencia es incalculable. Fuma por tristeza, por aburrimiento, por nervios. Toda su vida es con un cigarrillo en la mano y en el fondo sabe que aquella compañera delgada y rubia no es una amiga incondicional. Se entrega sólo por dinero y sus besos te salen más caros aún. Sentís que te quita el aliento, el aire, te hace mal, pero aún así recurrís a ella y le das un lugar que no se merece.
La personalización de las cosas es un divertimento para Gregorio, y su metáfora de los cigarrillos-personas suele causarle gracia, porque no sólo habla de que hay personas que son como cigarrillos, sino también que hay personas que son como Gregorio, recurriendo una y otra vez a algo que sabe que le hace mal, porque no le importa mucho qué mal precisamente le está haciendo. Y entre nosotros, secretamente a veces lo hace con ese exclusivo fin, en un intento de autoeliminación, de abandonar todo y entregarse a la más completa melancolía, ese mar inmenso, negro y profundo, que uno puede navegar sobre la melodía de una canción oportuna, sobre botes reticulares de fotos, de imágenes algo distorsionadas, sobre botes de papel hechos con cartas, recuerdos pésimos o pensamientos aún peores (siempre ayer era todo mejor, qué pena que hoy es hoy, qué pena que hoy soy yo, qué pena que soy yo y no otro, qué pena que soy Gregorio)
Por éstas y otros razones evitaba su imagen, sus ojos que intentaban traducir toda esa complejidad en una expresión, en una mirada que siempre es furtiva y triste. Y llegar a la misma conclusión de siempre. El hecho de ser sólo Gregorio, un humano, sin muchas aclaraciones ni especificaciones sobre él, sin títulos que den un indicio de lo que es. Se encuentra con él mismo una vez más y ve su rostro, lo recorta en una foto tres cuartos perfil derecho digna de un documento de identidad que tampoco especifica lo que es en sí. Sos un número designado por el Estado, con uno antes y otro después ¿Qué te hace distinto del que te sigue, o del que está antes? Si Gregorio encontraba un documento o cédula por la calle, veía su foto y la primera pregunta que se le venía a la cabeza hacer era ¿Y este? ¿quién carajo es? El problema justamente consistía en que se lo preguntaba a sí mismo cada manaña al levantarse.
¡Quiero ser más Gregorio y menos humano! Suele exclamar siempre... Y así como la Cenicienta sueña con ser princesa e ir al baile del príncipe, Gregorio sueña ser Gala. Aquella mujer llena de ímpetu y carácter, decidida y apasionada, confiada en sí misma, una musa que se reinventa y deja de ser humana para ser musa, para ser Arte que se plasma, se sueña. Camaleónica y especial. Deja de ser humana para ser Gala. Y Gregorio sueña con ver a Gala en su espejo, reinvertarse, ser musa en sí misma desde ella y por ella. Muchas veces baja los ojos antes de poder siquiera pensar en eso. Muchas veces los baja antes de materializarla en su espejo. Mucha veces los baja antes de poder llegar a hacer comparaciones cuya consecuencia es fumar un cigarrillo tras otro, zambullirse por completo en ese mar de melancolía, abrirle la ventana a un domingo que en realidad es un lunes, o desvelarse y dedicarse a la mortificación personal.
Hace varios días que es domingo en el corazón de Gregorio y cree que no lo puede soportar más. Enfermo del mal del comediante, que desfallece porque seas feliz aun siendo él un insecto muy triste, sintiéndose un insecto. Hasta que Gala se asoma por el espejo y lo llama. Podés ser la Gala que ves en el espejo, Gregorio. La Gala que quieras, vestite de gala Gregorio. Intentalo, aunque mueras en el intento. Pero no mueras sólo soñando Gregorio... se Gala.

4 comentarios:

  1. Escribis cosas muy lindas. Las lei todas y me encantaron, igual esta fue una de las que mas me gusto. Vos te sentis como Gregorio? Queres er Gala? Dicen que tuvo varios amorios :P jaja
    MUY LINDO :)

    Beso guachita te amo♥

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  2. Cuántas veces cada uno sin querer ser es Gregorio? Cuántas veces seguimos pegados al placer del mal, aunque sabemos cuanto mal nos hace?
    Ser menos humano y más un nombre. Qué díficil.
    Pero que conlleva ese nombre? Quizás ese domingo ese nombre conlleve toda la amargura de Gregorio, pero mañana sea una aurora de luz que cada minuto alivia el dolor de todos sus domingos, y de repente, Gregorio es Víctor.
    No creo en los nombres. Yo a veces soy Clara, a veces Azul o a veces estoy Mareada.
    Pero sé que hay algo que siempre voy a seguir siendo y es mi naturaleza.
    Humana.
    Ser.
    Soy una ser humana. Que siente, rie, llorá, grita, patalea, escribe, pinta, canta, baila, fuma, come, garcha, respirá, espera, gusta, encuentra, busca, mira, lee, actua, etc.
    Pero no sé si todos mis yos tienen nombre.
    Quizás Gregorio debería ser un día lo que quiera ser. Y no llamarse Gala. Si no llamarse SER.
    Aunque no lo culpo. Gala era tan bella. Tan musa.
    Gala era Dalí.
    Y Dalí era Gala..
    Quien no quisiera ser como ella...

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  3. mi negrita linda, este es hermoso.
    ari.

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  4. casi cortazariano diría yo...
    F.-

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